Una aportación desde las hebras de paz de vida

Postguerra

Ocurrió algo que nos hizo reír a carcajadas

Como todas las mañanas, mi amiga Ángeles y yo subíamos temprano por el Paseo de las Delicias. Cerca de la Plaza de Atocha, comenzaron a sonar las sirenas. Teníamos que salir corriendo para encontrar el refugio más próximo hasta que finalizara el bombardeo. No encontrábamos un edificio con sótano para podernos refugiar así que, en esa ocasión, terminamos por protegernos en un cine de verano. Oíamos explotar los obuses y cómo la gente corría por la calle presa del pánico. El ataque fue bastante intenso. Ángela y yo permanecimos calladas largo tiempo o por lo menos, lo que a nosotras nos pareció un lapso de tiempo eterno. De repente, en medio de aquella situación dramática, ocurrió algo que nos hizo reír a carcajadas; dos gallinas corrían en medio de los escombros pero, sin cabeza. La metralla de uno de los obuses las había decapitado. La escena era cuanto menos cómica aunque la situación no lo fuera en absoluto.

Estábamos preocupadas porque no sabíamos nada de mis primos pequeños que giraron en otra dirección cuando comenzamos a correr. Seguramente fueron a refugiarse en las cuadras del cuartel donde vivíamos, lugar que estaba protegido con colchones para amortiguar las consecuencias de los bombardeos. Cuando cesaron las sirenas que indicaban el final del ataque, decidimos salir a la calle para buscarles. Les encontramos en el cuartel, junto a mi padre y todos juntos fuimos a canjear la cartilla de racionamiento en el economato cercano a nuestro cuartel. Finalmente, tras otro día complicado, regresamos todos a salvo para reunirnos con mi madre.

Andrea Micropoulos

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